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jueves, 8 de diciembre de 2011

IRENE: MUJERES DE MADRID



Irene lleva unos días trabajando en casa, las nauseas no la dejan tranquila ni un solo día.
Le ha pedido a su jefa un adelanto de las vacaciones y se ha cogido una semana.


Los artículos en los que trabaja tampoco necesitan de mucha investigación in situ, con internet la basta y la sobra.


Delante del ordenador Irene, se debate entre seguir escribiendo o echarse un poco, opta por una buena taza de café descafeinado.
Los temas de los que tiene que hablar la aburren tanto que casi delante del ordenador se le cierran lo ojos.


Mira por la ventana la niebla no deja ver las casa de los alrededores y se siente afortunada por estar en casa calentita, sin tener que ir caminando por las frías calles de Madrid.
Sigue pensando en como terminar ese artículo que la tiene frita, cuando llaman a la puerta. Del sobresalto se le cae en la camiseta un poco de café.
- Quién puede ser?? - Se pregunta, mientras intenta sin éxito quitarse la mancha.


Abre la puerta, Ramón la mira preocupado. Ella le mira sorprendida.


- Que te pasa?? - Le pregunta 
- Nada. Por qué?? - Contesta ella
- Estás enferma?? Por la redacción se oyen cosas.
- Y que se oye,si puede saberse??
- Cosas no muy agradables.
- La gente habla mucho. Simplemente estoy un poco indispuesta.
- Vale, entonces me quedo más tranquilo.


Irene no se queda tranquila, pensando en si contarle algo o dejarlo pasar.


- A que has venido.
- Tengo algo que decirte. 
- Tiene que ser importante para dejar el despacho a estas horas.
- Si, lo es.
- Quieres un café y nos sentamos?? Pero tiene que ser descafeinado en mi estado es lo que tomo.


Irene se queda con la boca abierta ha metido la pata, tendrá que rectificar.


- Quiero decir que tengo el estómago hecho polvo algo me ha debido sentar mal. Bueno que querías decirme.
- Si, esto...
Ramón estaba tan concentrado en lo que iba a decirle a Irene que no se dio cuenta de la metedura de pata de esta.
- No se como empezar.
- Pues por ejemplo... Erase una vez... - Irene se empezó a reír histérica. Se estaba poniendo nerviosa.
- Esto es algo serio. Por lo menos para mi.
- Vale, Vale!! Si no me lo dices como voy a saberlo.


Ramón cogió a Irene del cuello y la atrajo hacía él, la beso con tanta fuerza que casi la dolió. Intentó zafarse de  él pero no pudo se había propuesto follarla allí mismo.
La desnudó tan deprisa que ni se enteró, cuando se quiso dar cuenta él estaba encima moviéndose con fuerza.
Irene gritaba de placer entre abrazos besos y caricias el cambio de posturas y lo salvaje de la situación, Irene empezó a pensar que estaba siendo el mejor polvo de toda su vida.


Cuando terminaron, Ramón la miró fijamente. Empezó a hablar sin dejar que Irene le interrumpiera. Por que si le frenaba nunca se atrevería a decirla que quiere casarse con ella.