Rocío, se toma un café, tranquilamente, sentada en la barra del bar.
Con su lápiz en la mano, dibuja unos bocetos, siempre los mismos. Como de adolescente, te enamoras y escribes siempre el mismo nombre, por todas partes, acompañando un suspiro. Ella igual, siempre le dibuja a él.
Se recrimina ser tan tonta, con lo que pasó con Juan, todavía le quedan ganas de sentir, pero no se puede permitir el lujo de enamorarse.
Lo del amor es lo que tiene, es así, viene de repente, te atrapa, te envuelve con su tela y vivo deja que te consumas hasta que tiene hambre. Luego te come y ya si que no te escapas.
Es tan perfecto... Mira sus dibujos, piensa en Juan.
De la noche a la mañana desapareció, y la hizo tanto daño que recordarlo la duele.
No le conoce, nunca pensó que en los peores momentos él saliera corriendo.
Rocío se da cuenta que no le dio lo que él necesitaba, se siente mal por ello. Si que se querían pero él se formó en su interior un muro de hormigón imposible traspasar para saber lo que se cuece dentro.
Se termina el café, dispuesta a no pensar mas y actuar, se levanta del taburete que le ha dejado el culo dormido y se da de bruces con alguien.
- Perdón.
Rocío le mira y se queda blanca como la leche, poco a poco sus mejillas cogen el color del principio, se recompone y le sonríe.
- No es nada, mas bien es un placer que te hallas chocado conmigo. Hueles tan bien!! Ya te vas??
- Sí, tengo que trabajar.
- Te tomas otro café conmigo.
- No, tengo prisa. Lo tengo que preparar todo, dentro de media hora comienza la clase.
- Ya, tomate un café conmigo y te acompaño.
- Tengo que llegar antes que tú. Lo sabes??
- Sí. Será un momento. Luego subes tu primero, yo detrás. Así llegarás antes.
Los dos ríen, Rocío se da de tortas para sí, pensaba actuar y ahora que le tiene de frente se pone nerviosa y tiembla como un flan. Idiota!! Se dice. Quédate!!
- Está bien.
Al chico le cambia la cara, Rocío se da cuenta y también que le gusta cada vez más.
- A parte de posar. A que te dedicas??
- Soy Técnico informático.
- Ah!! La tecnología y yo no hacemos buenas migas. Soy negada para esas cosas.
- Sin embargo a mi me resulta tan fácil como respirar.
Ambos se metieron tanto en la conversación, escuchándose el uno al otro que pasó media hora y todavía seguían sentados mirándose y hablando embelesados y con cara de tontos.
Cuando Rocío se levanta sobresaltada de su dura silla, ya son menos cuarto, han pasado, tres cuartos de hora.
- Mis alumnos. - Grita.
- Yo pago. Adelantaté.
- No tardes, sin ti no hay clase.
- Descuida. No faltaré por nada del mundo.
Rocío se relaja al verle sonreír y como en una nube sale corriendo, sorteando al personal.
Sigue con cara de tonta y los ojos chisporrotean de felicidad, deseosa de que entre por la puerta de la clase y segundos después se quite el albornoz.
viernes, 30 de marzo de 2012
domingo, 4 de marzo de 2012
IRENE: MUJERES DE MADRID
Irene, resopla en la cama, harta de no poder moverse y para colmo se le ha ido la inspiración.
El médico le permite que escriba, algún que otro artículo pero está tan plof, que no encuentra las palabras más adecuadas. Vuelve a leer lo escrito, es una mierda, aburrido y soso. Nadie se interesará lo más mínimo en leerlo.
Aparta el ordenador, e intenta levantarse, quiere ver el sol de la mañana, respirar aire fresco solo un momento.
Lo hace despacio y las punzadas van en aumento mientras anda, aún así sigue con su deseo.
Se asoma por la ventana, la abre el ruido de las calles madrileñas le da sentido a su reclusión. Ver civilización la relaja, nunca pensó que eso pudiera ser así.
Otra punzada de dolor hace que se incline, ahora se da cuenta que el reposo la sienta bien.
En dirección a la cama llaman a la puerta. Con la boca llena y despacio se acerca para abrirla. No le apetecen visitas pero no abrir cuando alguien llama no va con ella.
Abre, es Olga su jefa.
Irene la mira extrañada, tendría que estar en la redacción, jodiendo a otros no a ella.
- Hola Irene. Cómo estás??
- Regular, no me puedo mover mucho.
- Ya, oye necesito que te sientes, tengo algo que decirte.
Irene se asusta. Piensa que la van a echar, voy al paro, madre mía, ahora no, Ramón no lo permitirá es el jefazo y me voy a casar con él, cuando se divorcie claro.
Que voy hacer con el bebé, pañales, leche, coches, ropa... Dios mío este piso no podré pagarlo. Es mi fin.
Olga mira a Irene, su cara es como si estuviera viendo una película de terror, los ojos abiertos como platos perdidos en el vacío.
- Criatura, vuelve en ti, por favor, me estás asustando. Estas bien??
- Si, si. Que pasa?? Me echáis verdad?? Estoy de baja y la crisis hace estragos a todos y a cada uno de nosotros. A que sí??
- No. no es eso, no se por donde empezar.
- Empieza de una vez, quieres que me de un chungo.
- Verás... Alfredo, el hijo de Ramón...
- Se quien es, sigue...
- Vale, siéntate. Estás bien??
Irene contesta con gestos, impacientes.
Olga empieza a hablar, serenamente para que Irene no se desmorone y no le de un chungo, como ella dijo, pero nada hizo que Irene se desmayara, tuviera que llamar a una ambulancia y perdiera al niño que Irene empezaba a querer con todo el alma.
El médico le permite que escriba, algún que otro artículo pero está tan plof, que no encuentra las palabras más adecuadas. Vuelve a leer lo escrito, es una mierda, aburrido y soso. Nadie se interesará lo más mínimo en leerlo.
Aparta el ordenador, e intenta levantarse, quiere ver el sol de la mañana, respirar aire fresco solo un momento.
Lo hace despacio y las punzadas van en aumento mientras anda, aún así sigue con su deseo.
Se asoma por la ventana, la abre el ruido de las calles madrileñas le da sentido a su reclusión. Ver civilización la relaja, nunca pensó que eso pudiera ser así.
Otra punzada de dolor hace que se incline, ahora se da cuenta que el reposo la sienta bien.
Entonces decide volver a la cama, pero antes una parada por la cocina, tiene gusa y quiere comer algo.
Abre la nevera y se queda mirando un rato a ver que le apetece. Coge una rebanada de sandwich y lo llena con pavo, eso le sentará bien, hasta que Ramón venga con la comida.En dirección a la cama llaman a la puerta. Con la boca llena y despacio se acerca para abrirla. No le apetecen visitas pero no abrir cuando alguien llama no va con ella.
Abre, es Olga su jefa.
Irene la mira extrañada, tendría que estar en la redacción, jodiendo a otros no a ella.
- Hola Irene. Cómo estás??
- Regular, no me puedo mover mucho.
- Ya, oye necesito que te sientes, tengo algo que decirte.
Irene se asusta. Piensa que la van a echar, voy al paro, madre mía, ahora no, Ramón no lo permitirá es el jefazo y me voy a casar con él, cuando se divorcie claro.
Que voy hacer con el bebé, pañales, leche, coches, ropa... Dios mío este piso no podré pagarlo. Es mi fin.
Olga mira a Irene, su cara es como si estuviera viendo una película de terror, los ojos abiertos como platos perdidos en el vacío.
- Criatura, vuelve en ti, por favor, me estás asustando. Estas bien??
- Si, si. Que pasa?? Me echáis verdad?? Estoy de baja y la crisis hace estragos a todos y a cada uno de nosotros. A que sí??
- No. no es eso, no se por donde empezar.
- Empieza de una vez, quieres que me de un chungo.
- Verás... Alfredo, el hijo de Ramón...
- Se quien es, sigue...
- Vale, siéntate. Estás bien??
Irene contesta con gestos, impacientes.
Olga empieza a hablar, serenamente para que Irene no se desmorone y no le de un chungo, como ella dijo, pero nada hizo que Irene se desmayara, tuviera que llamar a una ambulancia y perdiera al niño que Irene empezaba a querer con todo el alma.
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