Huele a mar, la sensación me gusta,
paseo por la playa con cuidado, mi perro, un Golden educado para mi,
hace que mi vida sea más fácil.
En mi cabeza archivo muchos recuerdos,
de cómo eran las cosas que antes veía y con el tacto estoy
aprendiendo a ver.
La sensación de no poder mirarme en un
espejo es algo indescriptible, me angustia estar mal peinada, no
poder pintarme o no poder examinar cómo me quedan las cosas que me
pongo. La ropa siempre ha sido mi debilidad. Ahora es secundario.
Lo inquietante, es vivir otro mundo,
ahora estoy en otro sitio, dentro de mi y aprecio las cosas que antes
no valoraba, por el mero hecho de verlas.
Adoro los olores que percibo, mi casa
está llena de flores que noto cuando se marchitan, dejando triste mi
hogar, que es mi refugio, donde camino sin ver pero que conozco como
la palma de mi mano.
El amor de mi vida, con el que llevo
casada trece maravillosos años, es mi bastón, mi ser fuera de mi
oscuridad, mi alegría, cada mañana cuando me levanto, noto como su
mirada camina junto a mi.
Siento cuando se entristece, intenta
hacerme reír y le toco las mejillas, algunas veces humedecidas por
las lágrimas, yo le beso, le quiero y entonces todo vuelve a ser
normal.
Me encanta oír las olas como rompen en
la orilla, mojan mis pies desnudos, en ese momento, puedo creer que
lo veo todo.