Rocío le mira embobada, mientras
duerme. Su pelo negro como el carbón se desparrama por la almohada,
algún mechón le cae por los ojos cerrados y despreocupados, se le
ve tan inocente, tan vulnerable. Sigue recorriendo su rostro hasta
llegar a la boca, perfecta y carnosa que Rocío nunca se cansaría de
besar.
Su cuerpo está relajado, musculoso e
impecable. Ese cuerpo que ella disfruta todas las noches y en el que
se pierde.
Es tan puro, tan desvalido y joven
endemoniadamente joven. Rocío se estremece por ser mucho mayor que
él, cosa que la está obsesionando.
La edad no importa?? -se pregunta en
silencio, mientras mira su delicioso cuerpo indecentemente esculpido.
Mientras Rocío se pierde en sus
pensamientos, nota que él se despereza, abre sus grandes ojos verdes
que traspasan a Rocío que tímidamente le devuelve la mirada con
asombro.
- Hola.
- Hola. -Dice Rocío casi con pasión.
- Has dormido bien??
- Sí. -Contesta ella con una sonrisa.
- Qué haces??
- Te miro...
- Ah si...??
- Sí.
El se abalanza sobre ella besándole la
boca entreabierta que ella abre más, dispuesta a recibir sus labios
y sus cálidos besos.
Ella le aparta suavemente no porque
quiera sino porque la preocupa algo.
- Qué ocurre?? -Pregunta sorprendido y jadeante. - Qué es lo que te angustia??
- No es nada...
- Rocío... Algo es. No me hubieras apartada de no ser así.
- Muy creído te lo tienes tú. - Se ríe mientras se prepara para hablar con él.
Rocío le mira a los ojos, nunca han
hablado de esto. De su diferencia de edad.
El le devuelve la mirada frunce el ceño
y coge a Rocío en brazos la pone encima de él y le levanta el
camisón despacio, dejando al descubierto sus adorables pechos. Ella
cierra los ojos perdiéndose en sus manos que le acarician suave y
delicadamente. Se acerca a su boca y le besa apasionadamente. Dejando
a un lado por el momento su tonta preocupación.
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