Sara, lleva toda la mañana caminando. Es agosto y el sol aprieta calentando el asfalto. Nota como el sudor le cae por la espalda, se siente incómoda, pero aún así, sigue.
Está dispuesta a llevar a cabo su sueño, tiene el presentimiento que después de tantos días de agobio y búsqueda hoy será su gran día.
El periódico que lleva en la mano, garabateado por su rotulador rojo, la guía el camino. A visto cientos de locales, por ahora sólo le quedan tres, pero ella no pierde la esperanza.
Mientras se detiene en el escaparate de Zara, para admirar una camisa blanca de caballero, piensa en su padre.
Se siente culpable, no puede remediarlo, ha intentado ayudarle de la mejor manera posible, aunque él no haya puesto mucho de su parte. Pero ahora está, más o menos, a salvo, en unos de los mejores centros especializados de la Mancha, allí le curarán, a ella no le cabe la menor duda.
Tiene que reconocer que está muy asustada, su padre no quiere vivir, desea desaparecer de este mundo sin pena ni gloria, pero ella no lo consentirá, volverá a ser una persona, con todas las ganas posibles de vivir de rehacer su vida, por mucho que a los dos les cueste.
Mira el periódico, ya esta cerca de la calle, el centro de Madrid la vuelve loca y mas concretamente la Gran Vía.
Llega al local, emocionada y excitada, se pregunta si está segura de lo que va ha hacer, pero tiene tantas ganas de hacerlo que las consecuencias son algo secundario.
Nada mas entrar, se queda impresionada, es enorme, lo están pintando de blanco, que da sensación de limpio y espacioso. La vigas, una a cada lado del recinto son ideales para lo que tiene pensado. Y los techos altos, lo que ella quería.
Busca a la propietaria, que habla con uno de los operarios, sus miradas se encuentran y se intercambian unas sonrisas.
- Hola. Soy Amaya.
- Sara. Encantada.
- Que te parece??
Sara no quiere parecer desesperada. Así que, le dice sutilmente, que la encanta.
- Me gustaría saber lo que pides. Eso no lo pones en el anuncio. Aunque lo has descrito estupendamente.
- Bueno, primero te voy a enseñar algo que te va a dejar con la boca abierta. Acompáñame.
Sara sigue a Amaya, con curiosidad intrigante.
- Sube. Por favor.
Unas escaleras de madera les conducen a una enorme terraza, el toldo cubre todo el espacio y las vistas de la ciudad son increíbles.
Sara empieza a trajinar en su cabeza como decorar aquella maravilla.
- Me has dicho por teléfono, que quieres poner una librería. No es así??
- Sí. Tengo pensado una especie de café, librería. Donde la gente pueda venir a leer libros mientras se toma un café, un refresco o lo que sea que quieran. A parte de poder comprarlos llevárselos a casa y traerlos cuando se los terminen, etc... Esta terraza para eso es increíble.
- Osea, que te encanta.
- Sí. Pero me gustaría saber lo que pides.
- Está bien. Bajemos.
Sara siente como Amaya le clava la mirada, seduciéndola.
- Entra.
Las dos entran en el despacho un habitáculo pequeño pero acogedor, la mesa es de madera, pegado en la pared un sofá de cuero rojo decora la pequeña habitación. Sara se fija en los cuadros, muy parecidos a los que Rocío hace, esos colores tan llamativos iluminan la habitación, también le recuerdan a su amiga y Sara piensa que si se queda con el local no los quitará.
Amaya le entrega un papel con lo que pide por la compra del local, Sara le echa un vistazo lo estudia, lo piensa, saca sus propias conclusiones, inmediatamente después acepta. El precio es estupendo con las ayudas y los ahorros, solo tiene que pedir una pequeña cantidad de préstamo sin ningún problema.
Amaya mira a Sara, Sara le devuelve la mirada, es tan atractiva que no puede dejar de mirarla, quizás ella también se haya dado cuenta.
Sonríen.
- Te invito a un café. - Le dice Amaya levantándose de su asiento.
- Me encantaría. - Contesta Sara encantada con su nueva conquista.
Las dos mujeres se van juntas a tomar un café. Quizás esto sea el principio de una bonita amistad. Piensan las dos.
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