domingo, 3 de octubre de 2010
IRENE; MUJERES DE MADRID
Irene se preparaba para introducirse en la noche Madrileña juvenil, se haría pasar por una chica de veinte años, cosa que no sería muy difícil, pues no aparentaba la edad que tenía.
La nostalgia de aquellos años invadió su mente, que recordaba sin querer su primera vez. Lo desechó al instante, no era agradable para ella recordar aquel momento.
Su jefa era bastante exigente con ella, era buena en lo que hacía y Olga quería el cien por cien, nunca bajar la guardia, decía mirándola a los ojos, a veces daba miedo, la pasión que ponía en el trabajo.
Se puso su mejor vestido, uno de licra que resaltaba su figura, se dejo el pelo suelto para parecer más joven y botas altas. Se miró al espejo y se vio muy bien, "pareces una jovencita" pensó para sí.
Cogió el bolso y se marchó dispuesta a romper la noche.
A la una quedó con María su amiga de juergas, que se conocía la noche de Madrid tanto como Irene, inseparables, incansables y rompedoras con los hombres las dos adictas al sexo y supervivientes mujeres.
El objetivo de Irene en esa noche, era ver como se lo montan los jóvenes, en esas madrugadas de sexo, drogas y alcohol, para su interesante artículo.
Pidieron sus copas, comenzaba la noche, aquello prometía, divisaban jóvenes de todos los tipos y colores, que empezaban su fiesta particular.
Irene bailaba ensimismada en sus propios pasos, esa música la evadía de todo, como una loca movía su acompasado cuerpo.
Levantó la cabeza y entre la gente que bailaba como ella vio a un moreno que la miraba mientras se acercaba a ella.
Le tenía delante de sus narices y sin mediar palabra aquel "tío bueno" de no más de veinte años le pegó un morreo de más de veinte.
Su cuerpo se estremeció, el niño besaba que da gusto y ella se puso cachonda. El la cogió del brazo y ella se dejó llevar.
Se metieron en el servicio los dos muy calientes con ganas de hacérselo cuanto antes, el uno al otro.
Ese chaval se lo montaba pero que muy bien, sabía donde tocarla.
Irene no es mucho de preliminares pero esa vez dejo que el moreno que le había dado ese beso la dejara sin respiración.
Recorría su cuerpo con manos firmes, suavemente la besaba el cuello, mordisqueando el lóbulo de su oreja. Irene casi se desmaya de placer.
Buscó entre su vestido casi ya subido hasta la cintura y bajó el tanga con mucho cuidado, ella se desprendió de el en seguida.
Irene desabrochó el cinturón de sus pantalones y se los bajó, mientras él la besaba en la boca, palpando sus firmes pechos. Los dos encendidos no podían más.
Entonces el bruscamente le dio la vuelta, Irene sorprendida le apartó de un empujón.
- Oye ¿Qué haces?
- Por detrás, ¿No quieres?
- No, ponte condón!!
- Qué dices chica!! ¿No tomas la píldora, esa?
- Aunque la tomara, cosa que a ti no te importa, te pones condón.
- Pues guapa!! Ahí te quedas, ya buscaré a otra.
Irene se quedó furiosa, mojada y sola en aquel servicio sin poder creer lo que había vivido en ese sevicio le parecía subrrealista.
María la esperaba en la barra.
- No te vas a creer lo que me ha pasado.
- El que. Ese tío estaba como un queso.
- Sí, también es un cretino. Quería hacerlo a pelo, sin condón. ¿Te lo puedes creer?
- Estos niños están locos.
- Joder!! El tío se lo montaba bien. Pero es un necio, a lo que a precaución se refiere no tiene ni idea. Será idiota!!
- Tendrás que acabártelo tu sola.
- Ni lo sueñes no acaba la noche sin que me lo haga con alguno. ¿Te vienes al servicio?
- Qué dices loca!! Me van los tíos.
A mi también. Quiero mear. Me acompañas, boba.
Las dos se marcharon al servicio, riendo a carcajada limpia.
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