Ese día el café estaba más lleno que nunca. Las tres chicas estaban de pie en la barra.
De fondo la música de Philps Collins, sonaba haciendo que sus cuerpos se balancearan a su son.
A su lado tres hombres se fijaron en ellas, Irene se dio cuenta, porque ella también se fijó en ellos, sobre todo en uno en particular.
Un hombre alto y guapo, moreno y con unos ojos negros que se clavaban en ella, sin dejar de mirarla ni por un solo instante. Esperando quien daba el primer paso.
Una mesa quedó libre, Rocío salió corriendo, como poseída, empujando a todo aquel que se interpusiera en su camino.
Llegó a su objetivo, sentándose en la silla, rendida por el esfuerzo hecho.
Sara la siguió más tranquila deleitándose con el contacto de la gente, hasta que llegó, se sentó mirando a Roció, que tenía su sonrisa picarona.
Irene se quedó hablando con aquel tipo.
Sus ojos negros como el tizón, penetraban en ella como el hilo en la aguja, recorriendo su cuerpo que seguro deseaba.
Al cabo de un rato, Irene volvía a la mesa con una sonrisa de oreja a oreja.
- No me digas más. Has quedado con él. ¿A qué si?
- Si, si!! Esta noche tendré sexo con un tío veinte años mayor que yo. Después de lo del veinte añero, idiota!! Necesito un hombre hecho y derecho.
- ¿Qué pasó con el veinte añero? -Preguntó Rocío intrigada.
- No quería ponerse el condón, el muy cretino me dejó tirada en el servicio, más mojada que la taza del water, que por cierto estaba asquerosa.
- Así no va, el alcohol y las drogas hacen que hagamos cosas que de otra manera no haríamos.
- El problema es la falta de información, o el poco interés que se pone en ello, creemos que lo sabemos todo. - Apuntó Sara.
- Bueno y vosotras que os contáis.
- Yo me encontré con Rebeca en París. - Dijo Sara
- Ah!! Tu rollete de la universidad, bueno más que rollete. Esa chica era un encanto. No se como la dejaste escapar.
- Ya, yo tampoco pero ya sabéis, mis comeduras de tarro.
Me lo hice con ella, nos fuimos a su casa. -Sara lo dijo bajando la cabeza.
- ¿Y que problema hay?
- No, ninguno. Rebeca tiene cáncer de mama, esta mejor, aunque lo ha pasado mal, ella lo cuenta como si nada, como si fuera algo normal, quizás lo tenga asumido. Es tan optimista que asusta, tan alegre que te hace sentir culpable, por tener más miedo tu que ella. Resumiendo lo lleva genial.
- Sigo sin ver el problema.
- Le falta el pecho derecho, aquello me impactó más de lo que podía esperar. Tuve sentimientos encontrados quería irme, besarla, hablar sin más, desaparecer para siempre, decirla que ahí estaba yo para lo que hiciera falta, tantas cosas se me pasaron por la cabeza, que ella se dio cuenta. Su rostro cambió y ella fue la que me animó a mí.
Pese a todo no desaproveche la ocasión.
- Pues hiciste bien, espero que no sufra,esa chica te quería de verdad.
-Lo se, pero la enfermedad ha hecho que se tome la vida de otra manera, así que hablamos del tema y todo quedo claro.
-¿Qué te ocurre Rocío? -Preguntó Sara preocupada.
- Estoy ansiosa, por hacerme la inseminación. Quiero que todo salga bien, pero no soy muy optimista, tengo miedo.
- Ya veras como todo sale bien, ten esperanzas, la ciencia abanza mucho, cada vez más. Esto será pan comido. - Dio Irene animando a su amiga.
Rocío merecía esa oportunidad. Aunque sabía también que la ciencia en casos de inseminación influía solo lo justo.
- Estoy de acuerdo con Irene. -Apuntó Sara también.
Las chicas terminaron sus cafés y siguieron hablando de sus inquietudes, experiencias y vivencia, animándose con todo el cariño que se tenían. Respetando la amistad y disfrutando del ambiente que reinaba en el local.
Mañana será otro día.
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