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domingo, 21 de noviembre de 2010

SARA: Mujeres de Madrid




Sara entra a tomarse un café, en la cafetería al lado de donde trabaja.
Huele a bollo recién horneado, pero ella no toma nada. 
Aunque ese olor la encanta, le trae recuerdos de la niñez, cuando pasaba por la pastelería de cerca de su cole, compraba un donut recién hecho y lo guardaba como oro en paño, para el recreo, momento en que las tripas, emitían acordes parecidos a los de un tambor.

Ese día en Madrid hace frío, sus trajes de chaqueta de lana y el abrigo hasta los pies, que tapan sus botas negras, no impiden que el aire gélido le cale los huesos.

Entra en el edificio de oficinas del Paseo de la Castellana. Allí lleva trabajando desde que salió de la universidad.

Sara está nerviosa, pues el cambio de jefa no le hace ninguna gracia.
Clara se fue a otra empresa con mejores condiciones cosa que no se pensó ni por un instante. Pero que Sara lamenta.

Su relación era muy buena, se consideraban un equipo, no amigas pero si, confidentes. El trabajo con ella se hacía especialmete divertido.
La echaría mucho de menos.
Al entrar se le cambió la cara, vio a Pilar sentada en su mesa siempre era un placer ver a semejante "Diosa"
Pilar la miró y echo una sonrisa, Sara la correspondió, pero de otra manera que Pilar seguro no entendió.

Caminaba despacio por la oficina, sin interés alguno, hacia su  mesa al lado del despacho de su nueva jefa. Que conocería muy pronto.

Se quitó el abrigo, lo dejó en el perchero y encendió su ordenador.

Al fondo un cuerpo esbelto, con tacones de vértigo se acercaba altiva a ocupar el vacío de Clara.


- Hola. Debes ser  Irene mi secretaria.
-Hola. Sí, lo soy. -Contestó con pocas ganas.
- Trabajaremos codo con codo. No quiero fallos y exijo la misma lealtad que has llevado a cabo con Clara. ¿De acuerdo?

Sara se enfadaba por momentos la impresión que le había dado ese ser era bastante mala.


- Soy una profesional y me gusta mi trabajo, en tal caso no te preocupes, lo haré bien.
Esa superioridad y la falta de tacto le sacaban de sus casillas. 
Quiero que vuelva Clara!! Suplicó para sí.

- De acuerdo entonces, a trabajar
- Si me necesitas aquí estoy. -Dijo Sara sin saber muy bien porque.

Desde su mesa observaba a Olga, pelo largo bien cuidado, ropa cara y moderna, complementos llamativos y mirada amenazante. Esa mujer no era trigo limpio y a Sara la intimidaba demasiado, no se sentía a gusto.
Olga salió de su despacho, aparentemente aburrida, con ganas de joder un poco y se colocó detrás de Sara.

Sus manos se apoyaron en lo hombros de ella.
Sara se quedó inmóvil sin saber que estaba ocurriendo ni como poder evitarlo. Esas asquerosas manos sobaban sus espalda.


Se levantó con lo ojos inyectados en sangre, miró a Olga y se apartó de su lado con desprecio.


- ¿Qué haces, chica? - Le dijo Olga con mala leche.
- Quieres algo. -Contestó Sara con  miedo por la reacción, aunque terriblemente asqueada.
- Sí, quiero que te sientes, trabajes y te calles.


Sara se quedó muerta, de pie en frente de su mesa, no podía hacerse con la situación tan horrible que estaba viviendo.
Bajó la cabeza y se sentó.
Olga se dirigió a su despacho. Sara se tranquilizó un poco, aunque sabía que Olga se iba muy enfadada.
Al cabo de unos minutos, Olga volvió a su mesa. Llevaba entre los brazos un montón de carpetas, las soltó contra el escritorio tirando un bote de bolígrafos que calleron al suelo.


- Quiero que revises todas estas cuentas, el informe lo quiero mañana a primera hora.
- Pero Olga... Esto no me da tiempo, es demasiado.
- Entonces contrataré a alguien que si pueda.
Sara miró con odio a Olga que le devolvió la mirada desafieante.
Cogió el primer archivo y empezó a revisar números que se volvían borrosos a consecuencia de las lágrimas que empezaban a humedecer los ojos de Sara.

 

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