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martes, 28 de septiembre de 2010

MUJRES DE MADRID.


Sara se levantó a por unos cafés para ella y sus dos amigas que la esperaban en la mesa rodeadas de velas, oyendo la música de fondo que deleitaba sus oídos con las canciones del "Canto del loco", trasladándolas al unísono a sus años de instituto.

Sara volvió a la mesa esquivando a la gente que para ella era un placer encontrar, pues la gustaba tanto el gentío que se emocionaba cada vez que estaba rodeada de personas, cada una con sus vidas, sus vivencias, sus problemas, a Sara le encantaba meterse en sus mentes, observar como se movían, como actuaban, tenía que haber sido psicóloga, pensaba de vez en cuando.

- Os podéis creer que no sabía quien era ese tío, entre el zambombazo de mi cabeza, mi boca que parecía un estropajo de todo el alcohol y el tabaco, entre las sábanas ese cuerpo desnudo. Estaba buenísimo!! eso sí. Me puso tan cachonda no saber quien era, verle dormido a mi lado, me dio tanto morbo que empecé a meterle mano, el tío tan rápido como me sintió se desperezó y lo hicimos hasta quedar extenuados.
- ¿Qué paso luego? -Dijo Roció intrigada.
- El tío quería tomarse un cafetito conmigo el muy ignorante, no sabe con quien se metió en la cama, esos ojillos de cordero degollado le delataban. Cuando cogí mi bolso deprisa y corriendo, mirando él como me iba, el muy idiota se me pone chulo y me echa.
- Que dices!! Te echó. ¿Cómo? -Decía Sara mientras se le salían los ojos de las órbitas.
- Bueno he exagerado  un poco, no me echo pero me dijo con una voz muy grave. Ya sabes donde está la puerta.
- Irene cuando vas a sentar la cabeza, criatura, tienes 33 años, no te sientes mal cuando haces esas cosas. No necesitas un hombre que te quiera que te respete, yo no podría. -Le dijo Rocío la más sensata.
- Tú también tienes mi edad no parezcas mi madre. Joder!!
- Ya lo se, pero no te da miedo quedarte sola, usar así a los hombres no te traerá nada bueno. Me gustaría saber si tienes ganas de enamorarte.
- Claro que sí, pero mientras eso no ocurra haré lo que me de la gana, y me acostaré con quien quiera. Me encanta el sexo no puedo evitarlo.
- A mi también me gusta. -Dijo Sara pensativa. -Pero lo mío es otra cosa, yo no me lo hago con la primera que pillo, quiero saber de ella, su nombre por lo menos. Tendríais que probar el sexo entre mujeres es la bomba.



Todas rieron, mientras las velas iluminaban sus rostros entre penumbras, felices por poder decir cualquier cosa que les pasara por la cabeza, aunque fuera una locura.

domingo, 19 de septiembre de 2010

ROCIO; MUJERES DE MADRID





Rocio trabaja en su estudio, encima de la galería que puso hace unos años.
Mientras retoca uno de los cuadros, que expondrá la semana próxima, pensaba en el tratamiento, que empezó hace cuatro días.


Una cápsula todos los días durante cinco, de momento, se tiene que tomar, eso la devuelve las esperanzas, pronto podrán probar con la fecundacion invitro, si da resultados puede que pronto se quede embarazada. Rocío está muy ilusionada y Juan también, tanto como ella.


Hacen el amor a diario, no con pensamientos de procrear, pues los dos saben que eso por ahora es imposible, pero sí con las mismas ganas de cuando se conocieron.
Pensaba en el hormigueo del estómago, cuando él la besaba, abrazándola con la fuerza suficiente, como para hacerla sentir segura.


Mientras le daba color al fondo del cuadro practicando su toque personal, se imaginó como sería su bebé y de repente cambió el trayecto de lo que estaba pintando.
Pintó en el, algo parecido a un rostro entre colores esparcidos, aquello tenía muy buena pinta.


Una sonrisa se dibujó en su cara y una lágrima rodó por su mejilla.
Llamó a Rosa, para que viera esa maravilla, lo expondría como su cuadro más especial, la próxima semana.


- ¿Qué te parece?
- Es muy bueno, Rocio. Eso si que es inspiración. 
- Lo expondremos en la pared dedicada a los especiales.
- De acuerdo. Tu mandas. La artista eres tú.


Rosa salió contenta por la puerta pues la veía animada y esos cuadros darían mucho que hablar a los clientes de la galería.


En cuanto Rosa salió, Rocio seguía mirando su obra de arte, pensaba como de sus manos podía salir algo tan magnífico.
De pronto sintió mareos le dolía la cabeza y el estómago, tuvo que apoyarse en el taburete para no caer, se dirigió directa al suelo como en cámara lenta siendo consciente de que caía pero sin poder evitarlo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

SARA;MUJERES DE MADRID




Sara entró en la oficina nerviosa como si fuera su primer día, divisó a Pilar entre las mesas. Se la veía radiante, feliz y más guapa que nunca, su moreno le favorecía enormemente, sus mechas rubias se aclararon con el sol.



Pilar vio a Sara desde su mesa, con una sonrisa de oreja a oreja se levantó corriendo de la silla, para saludarla.


- Hola Sara. ¿Cómo estás?
- Bien. ¿Y tú? Como lo has pasado. - Sara se aturulló mientras decía la frase.
- Lo hemos pasado genial. Ya lo saben casi todos. Mira!!


Sara miró la mano de Pilar mientras ésta le enseñaba el enorme pedrusco que brillaba, luciendo el dedo de Pilar que a Sara le hubiese encantado chupar hasta desgastarlo.


- David me ha pedido que me case con él. Yo le he dicho que sí, claro. Fue tan romántico, a la luz de la luna caminando por la playa,  no pude resistirme.


Sara procuraba que su cara no fuera un poema, no tener ninguna expresión en ella que la delatara, era su pelea contra sus sentimientos, notaba que se la humedecían los ojos y en sus carrillos sentía un calor imposible de aplacar.






- Me alegro por vosotros, que seáis muy felices. -Dijo con todo el dolor de su corazón, pero sin que ella se enterara de ese dolor.
- No tenemos fecha aún, pero David dice que no debemos esperar mucho, no vaya a ser que nos arrepintamos.


Pilar se echo a reír, se la veía tan feliz que Sara se alegró por ella. Aunque lo único que le apetecía era coger a Pilar besarla hasta dejarla sin reparación, pero se contuvo no era el momento ni el lugar.
Se despidieron para seguir trabajando cada una en su mesa, tan cerca y tan lejos que Sara se estremeció, no sabe si por la cercanía o por la distancia que las separaba a las dos.
Allí en sus respectivas sillas pasarían el día disfrutando una de su dicha y la otra apenándose por su desdicha.

lunes, 13 de septiembre de 2010


Todos los miércoles se reunen, las tres, en el café de Madrid, en la calle Belén, una calle tranquila que se esconde detrás de otra más bulliciosa, la de Fernando VI.


Este tranquilo sitio, encanta a las tres mujeres, las invita a compartir charlas interminables a la luz de las velas que se reparten por cada mesa de madera, entre otras convinadas con mármol y patas de hierro.
Este café es genial para tomarse un café o una infusión mientras, Irene, Sara y Rocío se cuentan sus más suculentos pensamientos y lo que les pasa en su día a día, sin nadie más que ellas.
De fondo la música, que no molesta para charlar, suena como una brisa en la noche, deleitando sus oídos mientras entre risas, llantos y sentimientos, ellas estrechan los lazos de amistad que jamás se romperán.


Ese miércoles Rocío necesitaba a sus amigas más que nunca, por eso llegó la primera. Detrás, Sara que la saludó con un fuerte abrazo, esperando las dos, que Irene entrara por la puerta.


- Hola guapas¡¡ - Irene entró.
- Hola ¿Dónde vas tan guapa? Comentó Sara.
- ¡A que es mono! He encontrado esta ganga en el Centro comercial, chicas tenéis que ir está todo a mitad de precio y son cosas de marca, quedan increíbles.
- Ya, tengo ropa de sobra, cuatro trajes para ir a trabajar, y para salir ya sabéis, siempre lo mismo, mis vaqueros y mis camisetas. - Anunció Sara que desde joven siempre vestía igual.
- Yo tampoco necesito ropa, necesito un bebé. -Lloraba Rocío.


Todas se empatizaron con ella, entristeciendo, el momento moda pero a ninguna le interesaba la ropa en esos momentos, lo que querían era, no ver a su amiga sufrir.


- ¿Qué ha ocurrido, Rocío?
- Hemos ido al médico y el muy... va y me dice que no puedo tener hijos. Tendríais que haberle visto la cara, era como si nada impasible. Por dios!! Yo he nacido para ser madre.
- Date cuenta que lo ve a diario, para él es algo normal. Con ello no quiero decir que se alegre. -Dijo Irene animándola.
- Y mi querido esposo. Lo mismo parece no importarle tampoco. Qué adoptemos dice!!
- ¿Y porqué no? -Replicó Sara. Mucha gente adopta y es feliz con sus niños, son como si fueran suyos.
- Tu lo has dicho, como, pero no lo son.
- Sí, Rocía, si lo son, les quieren, no nacen de sus entrañas pero les crían con toda la ilusión del mundo, y no se arrepienten nunca de haberlo hecho, estoy segura que lo harían mil veces más.
- Cálmate Rocío.  ¿Te ha dicho algo del tratamiento?
- Sí, es duro y no hay muchas esperanzas, pero quizás se pueda conseguir.
- Ves!! Una lucecita,  no seas tan negativa todo se arreglará, y un buen día te veremos con un bebé en los brazos. Prueba el tratamiento, a ver que pasa.
- Es verdad, soy muy cansina con el tema, contadme algo vosotras. ¿Qué ha pasado estos días en vuestras agitadas vidas?
- !Uy¡ Lo mío es peor o mejor según lo mires. -Rió Irene.


Todas empezaron a reír a carcajadas, incluso Rocio, que por un instante se olvidó de su problema, quería saber, conociendo a su promiscua amiga, con quien se había acostado esta vez.



viernes, 10 de septiembre de 2010

IRENE: MUJERES DE MADRID

Irene se despertó en una cama que no era la de ella, Joder!! no se acordaba, con quien se había ido aquella noche.
Le dolía la cabeza y su boca parecía una alpargata.

Miró al hombre que tenía a su lado para ver si se acordaba de algo. El caso es que cuando le miró le entraron unas ganas locas de hacérselo con él, otra vez.
Empezó a meterle mano, algo se movió entre las sábanas, el otro se dio media vuelta y la cogió entre sus brazos, metiéndole la lengua hasta la garganta.

Irene se subió encima y se metió el miembro viril dentro, se movió buscando su propio placer, aquello la encantaba, era adicta al sexo, lo estaría haciendo horas sin cansarse.

Cuando los dos tuvieron su orgasmo, se miraron sudoroso y agotados. él percibió que ella no estaba por la labor de quedarse un rato, para charlar, tomar un café o lo que surgiera, quería hablar con esa chica que le había dejado extenuado. Tenía ganas de conocerla más.

Irene por el contrario sabía que no volvería a verle jamás.
Él se dio cuenta que ella no quería nada serio y se hizo el machote, le dijo con voz grave:
- Ya sabes donde está la puerta, cierra al salir.

Irene se dejaba humillar de aquella manera, fuera de la cama , eso sí, pero en la cama era ella la que llevaba la voz cantante, por eso todos, querían repetir, Irene nunca se acotaba con un hombre dos veces.






miércoles, 8 de septiembre de 2010

ROCIO;MUJERES DE MADRID

Rocío se encuentra triste, le acaban de decir que no puede tener hijos.
Lo han estado intentando estos últimos años y la cosa no ha cuajado, pensaban que tarde o temprano se quedaría embarazada, pero no ha sido así.

Ahora su médico le está diciendo que a parte del tratamiento, hay otras opciones. Ella no quiere ni oír hablar del tema.
Juan la convence con la mirada, para que escuche a su médico, Rocío pone mala cara, pero accede a oír lo que aquel hombre con bata blanca impoluta, impasible ante la situación que ella está viviendo, tiene que decirle.
Ella necesita un bebé en su vientre, todo su ser necesita un bebé, no quiere adoptar. Pero ese hombre incluso Juan su esposo, no terminan de entenderlo. 

-Cariño todo se va a arreglar, si no quieres no adoptamos, veremos a ver como va el tratamiento. -Dijo Juan a su mujer que lloraba desconsolada.

Rocío asintió con la cabeza ante las palabras de su marido y se resignó.
Aunque sabía que el tratamiento era duro y casi nunca seguro, debería intentarlo, mantener la calma y sobre todo las esperanzas.





lunes, 6 de septiembre de 2010

SARA;MUJERES DE MADRID




Esa mañana se arregló más de lo habitual, Pilar volvía de sus vacaciones. Sara estaba entusiasmada, por verla.
Se pintaba los labios de rojo marfil, un pintalabios exclusivo, comprado en París, uno de esos viajes que hacía con Sergio de vez en cuando, cosa que la encantaba.
Su pelo rizado, le llegaba hasta los hombros, nunca conseguía domarlo, pero ella pensaba que esos rizos rebeldes le sentaban de maravilla, le daban un aspecto desenfadado y despeinado que la favorecía mucho.
Frente al espejo se veía muy atractiva.
Sin quererlo miró hacía el bulto en la cama detrás de ella, el hombre que , pese a todo, quiso casarse con ella, procurando hacerla feliz, sin conseguirlo.


Sara supo desde joven que no era como las demás chicas, en la adolescencia su cuerpo quería despertar, pero ella no le dejaba.
Nunca vestía femenina, le encantaba ponerse esos vaqueros viejos y cualquier camiseta del grupo de moda. Su pelo recogido en una coleta, pues se negaba a cortarlo como un chiquillo.
Demasiado madura para su edad Sara se sumergía en un mundo en que que nunca había estado, pero que le gustaba, pensando que pertenecía a el, sintiéndose a gusto con todos y con ella misma.


Sergio y Sara se conocieron en la universidad, estudiaban en la misma clase, él se fijó en sus ojos negros al instante despertando en su interior sensaciones diferentes cuando la miraba, cosa que con ninguna otra chica le pasaba, Sara era diferente.
Su amistad fue creciendo con el paso del tiempo, afianzándose hasta el punto de contarse sus más íntimos secretos, por eso Sergio sabía, que a Sara no le gustaban los chicos, pero que su familia no sabía nada de sus gustos por las mujeres y no quería que eso cambiara nunca.
Quizás sea una de esas mujeres que no saldrá del armario jamás.
Viviendo una vida que no quiere por miedo o por cobardía, por no hacerse daño a ella misma y a los demás.


Sergio estaba enamorado de ella hasta las trancas, sufría en silencio cada vez que le contaban sus amores pasajeros con alguna chica, pensando que quería ser Sergio el que ocupara el lugar de aquella afortunada, que tarde o tremprano siempre rompía el corazón de la pobre Sara...