Sara se levantó a por unos cafés para ella y sus dos amigas que la esperaban en la mesa rodeadas de velas, oyendo la música de fondo que deleitaba sus oídos con las canciones del "Canto del loco", trasladándolas al unísono a sus años de instituto.
Sara volvió a la mesa esquivando a la gente que para ella era un placer encontrar, pues la gustaba tanto el gentío que se emocionaba cada vez que estaba rodeada de personas, cada una con sus vidas, sus vivencias, sus problemas, a Sara le encantaba meterse en sus mentes, observar como se movían, como actuaban, tenía que haber sido psicóloga, pensaba de vez en cuando.
- Os podéis creer que no sabía quien era ese tío, entre el zambombazo de mi cabeza, mi boca que parecía un estropajo de todo el alcohol y el tabaco, entre las sábanas ese cuerpo desnudo. Estaba buenísimo!! eso sí. Me puso tan cachonda no saber quien era, verle dormido a mi lado, me dio tanto morbo que empecé a meterle mano, el tío tan rápido como me sintió se desperezó y lo hicimos hasta quedar extenuados.
- ¿Qué paso luego? -Dijo Roció intrigada.
- El tío quería tomarse un cafetito conmigo el muy ignorante, no sabe con quien se metió en la cama, esos ojillos de cordero degollado le delataban. Cuando cogí mi bolso deprisa y corriendo, mirando él como me iba, el muy idiota se me pone chulo y me echa.
- Que dices!! Te echó. ¿Cómo? -Decía Sara mientras se le salían los ojos de las órbitas.
- Bueno he exagerado un poco, no me echo pero me dijo con una voz muy grave. Ya sabes donde está la puerta.
- Irene cuando vas a sentar la cabeza, criatura, tienes 33 años, no te sientes mal cuando haces esas cosas. No necesitas un hombre que te quiera que te respete, yo no podría. -Le dijo Rocío la más sensata.
- Tú también tienes mi edad no parezcas mi madre. Joder!!
- Ya lo se, pero no te da miedo quedarte sola, usar así a los hombres no te traerá nada bueno. Me gustaría saber si tienes ganas de enamorarte.
- Claro que sí, pero mientras eso no ocurra haré lo que me de la gana, y me acostaré con quien quiera. Me encanta el sexo no puedo evitarlo.
- A mi también me gusta. -Dijo Sara pensativa. -Pero lo mío es otra cosa, yo no me lo hago con la primera que pillo, quiero saber de ella, su nombre por lo menos. Tendríais que probar el sexo entre mujeres es la bomba.
Todas rieron, mientras las velas iluminaban sus rostros entre penumbras, felices por poder decir cualquier cosa que les pasara por la cabeza, aunque fuera una locura.